Punto de Vista. Crónica desde dentro. Berlín 1989.
Última semana de mayo amanecer como es frecuente, Fina llovizna y tres grados de temperatura. Salida hasta la parada del S—Bahnhof en Muhlen Ale distante tres cuadras tomar el Metro en Psnkow ( Vinetarstr ) hasta la inmensa terminal de ferrocarril desde donde parten simultáneamente más de 50 salidas de trenes al interior de la RDA, Praga Polonia y otras ciudades europeas. El destino la ciudad de Postdam al sur de Berlín y capital de la provincia del mismo nombre. Con alguna referencia sobre comunidades “ gitanas “ nada parecido a lo imaginado, dentro de las miles de personas de múltiples lugares en una de las extensas salas de espera un espectáculo solo de películas la presencia de centenares de “ gitanos “ familias y más familias con sus equipajes en espera a la salida no se para dónde, con vestuarios típicos de variados colores y personas desde recién nacidos hasta longevos, ataviados con abrigos, gorros y alfombras tejidas muy originales tendidas al piso para niños y ancianos, hasta medios de cocción. Manifestación de una cultura singular. Con interés de verlos más de cerca el guía nos persuade de no hacerlo, son muy celosos y cerrados en sus relaciones no propician la comunicación es solo entre ellos. Todo un espectáculo para alguien que no había ni soñado con eso. No pensé conocer esa arista de la sociedad y menos en ese lugar. El aviso de abordaje a los trenes al menos 40 salidas simultáneas en el que nos corresponde Berlín—Praga al menos cinco coches fueron ocupados por los “ gitanos” y un vagón expreso de equipajes. La ferromoza nos conduce al cubículo correspondiente nos acomoda de acuerdo a los boletos nos desea un feliz viaje y reitera estar a nuestra disposición y cierra la puerta, si necesitan ayuda presionen el botón. Solo unos minutos después de la partida y las exquisitamente uniformadas camareras nos ofrecen servicio gastronómico cervezas, refrescos, jugos y bebidas. Debidamente acondicionados el espacio para el depósito de las botellas vacías. Que estabilidad, ni se mueven! Al exterior divisamos en una amplia planicie lo que debía ser un entrenamiento militar de rutina, una decena de tanques en tiro, debimos suponer “con salva“ y aviones de combate rasantes. En las sendas contrarias uno, otro y otro tren con dos decenas de vagones. Con la costumbre que tenemos en Cuba los que hemos viajado por ferrocarril de esperar el cruce con los trenes de carga, los conocidos “El santiaguero” el “Manzanillero” y hasta el mismísimo “Espirituano“ con sus cinco o seis horas de atrasos, y ahora en la hora que marca la llegada a cada punto, cuando el reloj marca la planificada ahí se detiene. Eso si funciona bien. De pronto un toque a la puerta y en un alemán chapurreado - como dijera el traductor—, dos jóvenes con sendas bolsas de nylon piden permiso para recoger las botellas, el guía trató de persuadir para que no fuéramos interrumpidos, pero como es natural de ambas partes nos identificamos, ustedes son cubanos! Así respondimos al unísono. No estaban uniformados no obstante preguntamos si eran empleados del ferrocarril. No, no, se detuvieron para conversar. El guía parecía incómodo con la presencia de los jóvenes, insistimos en que permanecieran de cierto modo nos interesaba y además de nuestro país. - A que se dedican ?... bueno, tomó la palabra un aguajoso jabao habanero. Pues aquí recogiendo botellas, oficio de fin de semana, mi socio el holguinero este y yo rentamos un espacio en el vagón expreso y vamos hasta Praga, viaje de llega y vira- como se dice allá— recogemos miles de botellas y las vendemos en Berlín, nos hacemos de unas cuantas “cañas”.—cañas! Inquiere el guía?... Si hermano pregunté a los amigos. De esa forma mientras el tren avanzaba compartimos con los coterráneos. Trabajamos en Berlín en un taller de fresado somos de los colaboradores, mi socio vive en un albergue colectivo y yo resido con mi jeba, ya estoy casado, ella es un poquito mayor pero resuelvo... un poquito... dice el socio, es mayor que mi abuela. Risas en ambiente cubaneao, - mientras el guía se entretenía revisando la agenda de trabajo. Aquí se vive, pero hay que joderse, te pagan todo pero te cobran todo fíjense; hasta las botellas ! No es fácil recorrer 20 vagones día y noche ida y vuelta, no se puede ni echar un pestañazo. Hay que luchar y el lunes temprano con frío y sin frío pa’ la pincha. El holguinero menos conversador más analítico se limitó a comentar: Así como ustedes con traductor incluido y en este coche especial es fácil estar aquí, no parecen turistas deben ser dirigentes o funcionarios de una delegación de esas que vienen cada rato, a ver qué hacemos, si nos estamos quedando a residir si abandonamos el trabajo y otras jodedera. Pero bueno me disculpa de todas maneras a pasear. Después de un rato de charlas se despiden, buen viaje, disfruten, aprovechen.., se atrevió a opinar sin conocer la integración y misiones del grupo. Con ese dinamismo y ese espíritu de lucha, se ganaban la vida en Berlín. De esa forma y de otras cualquier manera en Berlín y otras ciudades encuentra cubanos- afirmaba el guía— al menos esos se buscan la vida trabajando, y duro..,! Otros no tanto y algunos viviendo a cuenta de nuestras tías, abuelas, viudas y sin compromiso hasta con impedidas y de la tercera edad jóvenes cubanos comparten el amor, sobretodo los afrocubanos nos están mestizando el país. De ahí que el traductor me había explicado las razones por las cuales me habían expulsado de la peletería la semana anterior. Como siempre les digo sino coincide con el punto de vista no está equivocado, pero este cronista así lo vivió.
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