sábado, 19 de junio de 2021

Por medida de seguridad, que el negro no salga solo.

 Los días del mes de mayo y junio de 1989 en varias zonas de la ciudad y en especial en Pankows, zona de embajadores y por Karlos Mark No 1020  donde radicaban  los edificios residencias de  los alumnos de la Academia Superior del PSUA,  medios de la policía  patrullaban el área por  revueltas frecuentes  de los llamados Punk,  jóvenes que agredían  especialmente a personas de la raza negra,  como manifestaciones racistas.   Compartíamos el edificio con  vietnamitas,  silenciosos y disciplinados,  poco comunicativos con quienes además por la barrera del idioma  no  manteníamos vínculos  extraoficiales,  solo en grupos a visitas dirigidas en las que mostraron su  cultura, respeto a  los acontecimientos de la SGM como se aprecia en  el campo de concentración  Museo  Nationale Mahn und  Gedenkstatte Sachsenhausen distante unos km de Berlín.

En la  foto. (Visitado el  27 de mayo de 1989).  Comentaba el traductor que  los vecinos del edifico decían que los cubanos resultan  revoltosos, no tan así pero ese carácter jaranero  que al decir del joven egresado del Instituto de Idiomas,  en español  asignado  al grupo,  el contacto con los cubanos era para el un postgrado y la verdadera escuela.  Compartía en horarios extras a las actividad es  oficiales “para aprender cubano” —decía—.                          

 Se nos ofrecía observaciones sobre la conducta a seguir fundamentalmente los fines de semana o en salidas después de las actividades oficiales.  Con frecuencia salía solo,  pues aunque formábamos  un grupo, por razones diversas era imposible en las horas de asuetos coinciden en intereses,  ello dio lugar a  acumular vivencias,  tanto en Berlín como en las diferentes ciudades y provincias.                

 En las salidas  por la ciudad, se nos recomendaba  no regresar a altas horas de la noche y en especial  la disciplina en los parques  de la ciudad donde los berlineses disfrutan de  los días cálidos en familia los fines de semana,  con costumbres  diferentes a nuestra idiosincrasia.   En las tardes  se incrementaban las acciones policiales en la zona,  por  ataques a  afrodescendientes.  Por las limitaciones del idioma no era posible leer la prensa,  ni entender la radio y la TV,  lo que exigía  mayor cuidado en los lugares públicos,  parques urbanos y centros de recreación.  La  información oportuna no faltaba , en el grupo teníamos un  compañero de la raza negra,  y en la tarde anterior  extremistas racistas habían lanzado tres africanos del Metro,  lo que conllevó al guía  a alertar:—Si van a salir,  háganlo en grupo,  “ no  dejen al  negro salir solo “.

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